¿EMPRESAS ASESINAS? «¿Para qué me sirve a mí ahora el dinero?»

José Ignacio López, enfermo de cáncer por amianto, recibirá 287.000 euros de la Mancomunidad de Aguas de Moncayo

Bajo la mascarilla, José Ignacio López Vela destila una sonrisa que se refleja en los ojos, además de un ánimo y un temperamento que le mantiene a flote con un cáncer de pulmón, que, de momento, no avanza, y un carcinoma en el hígado que se le ha reproducido y para el que espera un nuevo tratamiento de quimioterapia. Todo ello, como demuestra la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, como consecuencia de su exposición al amianto en su trabajo de la Mancomunidad de Aguas del Moncayo durante más de 35 años. A sus 64 años recién cumplidos, mira con escepticismo la sentencia que condena a esta entidad a pagarle 287.057 euros, «¿para qué me sirven?», comenta, «eso es ya para mis hijos y para mi mujer», añade, «los giros que da la vida».

Por culpa de la radioterapia que le dieron a José Ignacio cuando se descubrió por primera vez el cáncer, no puede comer alimentos sólidos ya que el esófago sufrió todo el daño. «Come todo puré y papillas. Ni siquiera las croquetas porque hace bolo. Incluso la sopa sólo puede si es de fideos. Estamos con sopa y puré, puré y sopa, ¿cuánto vale eso?», pregunta su hija Estefanía. «Eso no tiene precio. Parece que nos dan una cantidad excesiva pero para la calidad de vida que tiene y el tiempo que lleva… No puede salir a comer a ningún lado porque se puede atragantar».

El cansancio que sufre además le impide casi hasta salir de casa porque para recorrer su calle, apenas 100 metros, ha de pararse en un banco, eso si tiene un buen día. «A veces no respira bien y pierde la consciencia. El otro día se cayó en el cuarto de estar y se abrió la cabeza». Pese a lo que pueda parecer, José Ignacio narra todas sus penalidades con una sonrisa y con un gran sentido del humor, «cómo no me voy a reír. La gente me lo dice pero claro, yo soy así. Por eso estoy aquí con vosotros, sino no estaría ya aquí. Si me da por pensar y darle al cogote no estaría aquí». Estefanía acompaña las palabras de su padre, «gracias a que es así hemos ido para adelante. Cuando peor estaba adelgazó 21 kilos, iba en silla de ruedas, comía por una sonda gasogástrica y aún así seguía con su sentido del humor. Él mismo decía: ‘ya pasará y ya volveré a comer'».

UN LARGO PROCESO 

La sentencia del TSJN contra la Mancomunidad de Aguas de Moncayo no deja lugar a dudas y tumba los argumentos aportados por la entidad que trataba de aludir a una «prescripción de la responsabilidad empresarial». Pese a que aún no es firme, esta semana se deberá saber si la entidad va a recurrir, el tribunal afirma de forma categórica que «el trabajador quedó expuesto al amianto por las tareas que ejecutaba en fontanería, consistentes en la reparación, el corte o la sustitución de tuberías de fibrocemento».

Este buñuelero comenzó a trabajar en la Mancomunidad de Aguas de Moncayo el 1 de julio de 1983 como empleado fijo, si bien «estuve durante tres años antes a prueba. Trabajaba con el hombre que estaba antes y cuando había averías iba con él. Así hasta que cogí la plaza y ya no paré hasta el 2016. Más de 33 años continuos. En diciembre de 2016 cogí la baja y ya no volví a trabajar. Finalmente en 2018 me dieron la jubilación».

El cáncer se lo detectaron en el año 2016, si bien desde 2004 sabían de lo perjudicial del amianto. Este producto genera la asbestosis, una enfermedad crónica del pulmón causada por la inhalación de fibras de amianto. La exposición prolongada a estas fibras puede hacer que se formen cicatrices en el tejido pulmonar y provocar falta de aire, si bien los síntomas no se presentan sino hasta muchos años después de exposición continua.

Así fue en el caso de José Ignacio, «en 2004 me dijeron en la Clínica Universitaria que podía desenbocar en cáncer pero aún tardó unos años, hasta 2016 que es cuando apareció». Pese a que se conocía ya la peligrosidad y existía el informe médico, siguió desmontando tuberías con amianto hasta que el año 2010 contrataron ya a una empresa especializada. La sentencia confirma que la Mancomunidad no cumplió con la obligación de dar equipos de seguridad ni que se hayan seguido las exigencias derivadas de riesgo de exposición. «Trabajábamos sin protección de ningún tipo, con el traje normal de trabajo y con guantes normales que puedes comprar en los chinos… pero protección para el amianto, nula». A todo ello habría que añadir que el mono de trabajo, lleno de polvo, filamentos y fragmentos de amianto de serrar y cambiar tuberías se lavaba luego en casa. Se han reconocido casos de mujeres de trabajadores afectadas por este motivo.

Tras su jubilación en 2018 la Seguridad Social reclamó a la Mancomunidad un recargo del 50%, que no aceptó, fueron a juicio y ganaron. Esa sentencia, por consejo de la abogada, les abrió el camino para denunciar ellos a la Mancomunidad en 2019 que achacó que se debía al «tabaquismo», si bien los informes médicos demostraron que es un tipo de cáncer que no estaba relacionado con el tabaco.

Una de las mayores recriminaciones que tiene para la Mancomunidad (compuesta por Monteagudo, Barillas, Ablitas, Tulebras, Murchante Ribaforada y Buñuel) es que nadie se ha preocupado por su estado de salud, más que sus compañeros de trabajo. Ni los alcaldes de los municipios, ni los gerentes de esta entidad que han pasado durante estos 33 años por la entidad se han preocupado. Está seguro de que recurrirán y tratarán de reducir la indemnización, «se agarran a un clavo rusiente. Se han portado muy mal. Les daba igual con tal de no gastar una perra por ningún trabajador, su única obsesión era que ningún usuario fuera a quejarse a la oficina. Pero poner medios para nosotros, ninguno».

«La Mancomunidad, con tal de no gastar una perra, se agarran a un clavo rusiente»

JOSÉ IGNACIO LÓPEZ

Enfermo de cáncer por amianto

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